miércoles, 20 de junio de 2012

La cumbre medioambiental Río+20, bajo una nube de críticas


RIO DE JANEIRO (Reuters) - La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, dio la bienvenida el miércoles a líderes mundiales a una cumbre de medio ambiente que se celebra en Río de Janeiro, y que antes de comenzar ya recibió críticas porque no cumpliría con las promesas de establecer objetivos claros para el desarrollo sostenible.



Antes del inicio oficial de la cita, organizada por Naciones Unidas y conocida como Río+20 debido a la histórica Cumbre de la Tierra que se celebró en la ciudad hace dos décadas, Brasil convenció a las delegaciones visitantes para que finalizaran un proyecto de declaración para sus líderes.

Sin embargo, muchas delegaciones y organizadores del encuentro, así como grupos ecologistas y de activistas indignados, están fustigando al documento como débil.

"Voy a ser franco: nuestros esfuerzos no han estado a la altura de la medida del desafío", dijo el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, en su discurso de apertura. "La naturaleza no negocia con los seres humanos", añadió más tarde.

El borrador del documento, finalizado el martes, estableció aspiraciones en lugar de metas obligatorias en temas como seguridad alimentaria, agua y energía.

También instó a los países a intentar "metas para el desarrollo sostenible", un conjunto vago de objetivos de la ONU establecidos en torno al medio ambiente, crecimiento económico y la inclusión social.

Muchos de quienes estuvieron de acuerdo con el borrador dijeron que carecía de detalles vitales. "Me decepcionó que no avanzamos más", dijo Nick Clegg, viceprimer ministro británico, en un discurso.

El presidente de Francia, François Hollande, criticó "las deficiencias" del documento, sobre todo el fracaso por parte de los miembros de la ONU en fortalecer su actual programa medioambiental.

También criticó la omisión de una propuesta francesa para ayudar a financiar programas de desarrollo a través de un impuesto a las transacciones financieras.

Desde hace tiempo el encuentro ha despertado pocas expectativas, pese a que está previsto que reúna a cerca de 100 jefes de Estado y de gobierno hasta su cierre el viernes. En total, hay 193 delegaciones en la cita.

Muchos líderes están más centrados en la desaceleración económica mundial y en la crisis de la deuda en Europa. La misma Rousseff, visiblemente cansada al dar su discurso de apertura, acaba de regresar de la reunión del G-20 celebrada en México hasta el martes.

A pesar de la presencia del presidente francés y de los primeros ministros de Rusia y China, varios otros líderes de alto perfil estarán ausentes, entre ellos el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y la canciller de Alemania, Angela Merkel.

En comparación con la Cumbre de la Tierra original, que llevó a decisiones históricas sobre biodiversidad y emisiones de gases de efecto invernadero, los organizadores dicen que esta cumbre es sólo el comienzo de un nuevo proceso para establecer objetivos para el desarrollo global. El acontecimiento de 1992 fue la culminación de años de negociaciones, destacaron.

Varios oradores pidieron el miércoles poner de relieve los temas que más presión ejercen sobre sus naciones en el debate mundial sobre desarrollo.

Mientras que muchos hablaron de su necesidad de fuentes sustentables de energía, alimentos y agua, el presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, presionó a los países ricos a abstenerse de deseos "materialistas" y luchar por el desarrollo "espiritual".

"El colapso del orden ateo actual está llegando a su tiempo", pronosticó citando las guerras, las tensiones en Oriente Próximo y los desastres que han sacudido al mundo.

Varios grupos hicieron conocer su descontento con el desarrollo de la reunión.

En los suburbios de Río, activistas políticos y medioambientales entre otros marcharon bajo una persistente llovizna y pidieron acciones más audaces.

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